domingo, 23 de diciembre de 2018

OTRO AÑO PASA.

En estos días nuevamente la gente suele alborotarse y hacer balances del fin de año. La repetición calcada de año tras año, a nadie le parece extraño. La decepción de muchos por no obtener sus pretensiones y la esperanza de concretarlas en el nuevo año venidero, juegan  al sube y baja de las emociones.
La mal llamada soledad, de quien necesita la compañía que no puede obtener, y la soledad añorada de quien busca aislarse de la familia toxica, todas esas escenas que se repiten cono en una película en  cada Diciembre que tengo memoria de recordar.
La mayoría es arrastrada por esta energía social, que trata de calmar la angustia existencial en excesos de comida y alcohol.
Nuevamente levantaran las copas, queriendo que alguien vaya a saber donde los proteja, de la ignorancia, de no saber para que están vivos.
Otro año pasa y aun, ni saben que hacen acá, con este cuerpo en esta película cósmica. Pero siguen pidiendo  la felicidad de los sentidos, la paz que usted cree que viene de la seguridad económica y de estar lejos de cualquier problema, que se interponga en sus metas.
Quien no logra encontrar a la divinidad en cada uno, solo repite la prueba de sufrir en el samsara.
Para mi un renunciante que elije ser ermitaño, solo me recuerda esta fecha, que un nuevo año se va, y aun no despierto del todo a esta ilusión.
Que debo seguir intensamente practicando la observación y el renunciamiento a este mundo, infectado de codicia e ignorancia.
Haciendo el voto que cada ser en esta tierra encuentre la causa de su sufrimiento y pueda liberarse y ser feliz.


EL ERMITAÑO JUEI MU.

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